miércoles, 30 de septiembre de 2009

NO HE VENIDO A LLAMAR A LOS JUSTOS SINO A LOS PECADORES.

PUESTA EN COMÚNEn la puesta en común de nuestro encuentro anterior nos cen­tramos en la primera sección del evangelio de Marcos (Mc 1,14-3,6), para tratar de descubrir cómo la gente y las autoridades de los judíos reaccionaban ante lo que Jesús hacía y decía.
Hoy daremos un paso más para comprender mejor esta misma sección del evangelio y nos preguntamos: ¿Qué acciones concretas de Jesús provocan la crítica de los escribas y fariseos?

LECTURA DE Mc 2,13-17>- Ambientación
Entre todas las cosas que Jesús hizo o dijo, hay una que fue considerada especialmente extraña y escandalosa por la gente piadosa y religiosa de su tiempo: su costumbre de comer con pecadores y gente de mala reputación. Entre ellos se contaban los publícanos o recaudadores de impuestos. Tanto es así, que hay quien ha llegado a decir que a Jesús le mataron precisa­mente por eso, por su manera de comer, y por lo que ésta signi­ficaba.

>• Miramos nuestra vidaHay personas a las que, casi de un modo instintivo, margi­namos o tachamos de "gentuza". Por nada del mundo nos gus­taría que nos vieran, ni a nosotros, ni a los nuestros, en compa­ñía de determinados individuos.
¿Podrías hacer una lista de personas concretas a las que rechazamos o marginamos y de las razones por las que lo hace­mos?
Comenta tu respuesta con los demás miembros del grupo.

>• Escuchamos la Palabra de Dios1. Conscientes de que Dios quiere comunicarse con nosotros a través de su Palabra que es "viva y eficaz", nos preparamos a escucharla con un breve momento de silencio o con una invoca­ción al Espíritu Santo.
2. Proclamación de Mc 2,13-17
3. Reflexionamos en silencio: leemos de nuevo el pasaje per­sonalmente y consultamos las notas.
4. Entre todos tratamos de responder a estas preguntas:
- ¿Porqué critican los maestros de la Ley a Jesús?
- ¿Cómo responde Jesús a esa crítica?
- ¿En qué consiste, según sus propias palabras, la misión de Jesús?

> Volvemos sobre nuestra vida
Intentamos descubrir ahora lo que este pasaje del evangelio nos dice a nosotros en nuestra situación actual. Podemos hacerlo a través de estas preguntas:
- ¿Nos comportamos a veces como los maestros de la Ley?
- ¿Qué te sugieren las palabras de Jesús en el v. 17 personal­mente y como miembro de una comunidad cristiana?

> Reflexionamos:
Expresamos en forma de oración todo aquello que hemos meditado y dialogado a partir de la lectura de este pasaje.
1. Volvemos a leer Mc 2,13-17
2. Lectura Personal.

PARA PROFUNDIZAR:
Las comidas de Jesús con los pecadores
La costumbre de Jesús de comer con pecadores y gente poco recomendable fue, sin duda, uno de sus gestos más controverti­dos y extraños.
Lo comprenderemos mejor si pensamos que en la antigüe­dad, lo mismo que sucede todavía hoy en muchas culturas, la forma de comer expresaba convicciones muy profundas respecto a la manera de ver el mundo y las relaciones con los demás. Los judíos, en concreto, tenían vino abundante y estricta normativa sobre las comidas y los alimentos, y de este modo reflejaban su forma de ser como pueblo. Por ejemplo, por nada del mundo un judío -¡y menos aún un fariseo!- se habría sentado a comer con un no judío (pagano) o con un pecador, pues eso hubiera supues­to romper las fronteras que los diferenciaban de quienes no per­tenecían al Pueblo de la Alianza, o habían quedado excluidos de él por su pecado.
Una forma de actuar que llama la atención
Sentándose a la mesa con los pecadores. Jesús se salta toda esta normativa. Con ello se pone a sí mismo en grave peligro de contaminarse, al entrar en contacto con quienes eran considera­dos impuros, esto es, indigno de acercarse a Dios y apartados de la comunidad. A aquellos que, como los maestros de la Ley. tenían muy claro dónde estaban los "buenos" y dónde los "malos", dónde los "justos" y dónde los "pecadores", la actitud de Jesús les desorientaba profundamente, porque mezclar lo puro con lo impuro era un desorden inaceptable que sólo podía traer malas consecuencias. Al actuar así, Jesús ponía patas arriba el orden social y religioso establecido. Y eso era intolerable.
Además, actuando de este modo, Jesús se deshonraba a sí mismo y echaba por tierra en un momento su consideración y reconocimiento social. Su comportamiento es absolutamente vergonzoso. Por aquello de "dime con quién comes y te diré quién eres", Jesús cae en el ridículo más espantoso ante quie­nes le observan, y su fama queda en entredicho. No puede ser bueno un hombre que se sienta a comer con esa gentuza.

Una forma de cambiar la sociedad desde dentroAnte el escándalo de los maestros de la Ley, Jesús les res­ponde que él no puede actuar de otra manera porque es el médico cuya misión es estar con los enfermos. Jesús come con los pecadores porque es una manera de salirles al encuentro, de ofrecerles el perdón capaz de curar las heridas abiertas por el pecado. Sentándose con ellos a la mesa les hace sentirse de nuevo en casa, en familia, les ayuda a establecer relaciones de solidaridad, de fraternidad, de acogida, de igualdad... Sólo así podrán reintegrarse a la comunidad y superar su marginación. Sólo así podrán recuperar la salud perdida.
En el fondo. Jesús actúa de este modo para mostrar cómo es Dios. Su Dios no tiene nada que ver con el Dios de los escribas y fariseos, que para proteger su santidad necesita apartar de sí a los "malos". El Dios de Jesús no busca excluir a los pecadores sino, al contrario, incluirlos y sentarlos a la mesa en el banquete de su reino (puedes leer Is 25,6-8) para celebrar con ellos la fiesta del perdón y la alegría. Jesús, en sus comidas con los pecadores, ya está haciendo presente el reino de Dios.
Nosotros, seguidores de Jesús, que cada domingo celebra­mos la eucaristía como quienes anticipan ya en el presente el banquete del Reino de Dios, deberíamos ensanchar la mesa de nuestra vida para que pudieran sentarse a ella los que no caben en ningún sitio, sabiendo que somos nosotros mismos los nece­sitados de esta comunión y fraternidad que Jesús vino a traer.

Para preparar el próximo encuentro
Para preparar nuestro próximo encuentro vamos a leer la segunda sección del evangelio de Marcos: Mc 3,7 - 6,6a
Al leer estos capítulos fíjate qué dice Jesús del reino de Dios y cómo se manifiesta en sus obras.

Bibliografía: El autentico rostro de Jesús. Guía para una lectura comunitaria del evangelio de san Marcos. Ed. Verbo Divino. 1997.
Descalso Martin José Luís, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, Ed. Sígueme
Cadavid Álvaro, Curso de Actualización Teológica Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín)

domingo, 20 de septiembre de 2009

¿QUIÉN ES JESÚS ?

PUESTA EN COMÚN
Vamos a hablar de lo que hemos descubierto en nuestro repaso de las opiniones sobre Jesús que aparecen en el evangelio de Marcos. Son -bastantes y variadas, pero no todas son acertadas; no todas expresan de verdad quién es Jesús. La clave para distinguir unas de otras está en cómo las recibe el mismo Jesús. Cuando manda callar o prohíbe hablar de él es que lo que dicen sobre él (o lo que quie­ren decir) no es correcto o no responde a su verdadera identi­dad. Las preguntas a las que vamos a responder son: ¿qué dice cada uno de los personajes sobre Jesús? ¿Cómo lo recibe él, lo acepta o lo rechaza?
LECTURA DE MC 8,27-30
>• Ambientación
En la puesta en común hemos visto lo que diversos persona­jes de su tiempo dijeron sobre Jesús. Desde entonces hasta hoy muchos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, han inten­tado descubrir quién es Jesús. Unos le han visto como un maes­tro de sabiduría, otros como un visionario, otros como un liber­tador, muchos como el Hijo de Dios... Al comenzar juntos este camino, en el que deseamos conocerle mejor, también nosotros vamos a intentar aclararnos sobre quién es para nosotros Jesús.
>• Mirarnos nuestra vida
Primero vamos a mirar a nuestro alrededor intentando ver qué dice la gente hoy sobre Jesús. Algunos lo dicen de palabra; otros con su vida. Quien va a la iglesia a poner una vela ante una imagen de Jesús sólo cuando está en dificultades, dice así quién es Jesús para él o ella; y lo mismo hace quien deja todo para ponerse al servicio de los demás, imitando el ejemplo de Jesús.
Pensamos un momento y después compartimos con los demás: ¿Qué dice la gente hoy sobre Jesús de Nazaret?
> Escuchamos la Palabra de Dios
1. Con un momento de silencio preparamos nuestro corazón para acoger lo que Dios quiere decirnos hoy a través de su Palabra.
2. Proclamación de Mc 8,27-30
3. Cada uno vuelve a leer el pasaje consultando las notas.
4. Después, entre todos, tratamos de responder a estas pre­guntas:
- ¿Qué opinaba la gente de su tiempo sobre Jesús?
- Los discípulos tienen otra opinión. ¿A qué puede deberse?
- ¿Cómo reacciona Jesús ante la respuesta de Pedro?
> Volvemos sobre nuestra vida
Jesús sigue haciéndonos a nosotros las mismas preguntas. Después de escuchar lo que otros dicen hoy de él y lo que dije­ron entonces sus discípulos, el Señor nos pregunta a cada uno de nosotros:
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Es muy importante que seamos sinceros al responder, pues este será el punto de partida del camino que vamos a hacer jun­tos detrás de Jesús. Cuanto más sinceros seamos los unos con los otros, más nos podremos ayudar a descubrir quién es Jesús.
> Reflexionamos:
Estamos comenzando juntos un camino: queremos descubrir quién es Jesús. Vamos a reflexionar para que sea él mismo quien nos conceda lo que necesitamos para este camino: sinceridad para compartir, capacidad de acoger a los demás, deseos de conocer­le... Cada uno puede hacerlo con sus propias palabras.
1. Comenzamos leyendo de nuevo Mc 8,27-30.
2. Oración personal.
3. Oración en común.
PARA PROFUNDIZAR
¿Quién es Jesús?
En el evangelio de Marcos se dan diversas respuestas a esta pregunta, pero no todas tienen el mismo valor. A través de las reacciones de Jesús a lo que los diversos personajes dicen sobre él, el evangelista invita a sus lectores a que revisen sus propias opiniones sobre Jesús, porque seguramente la visión que tienen sobre él no sea del todo acertada, como no lo era la de sus pro­pios discípulos y la de la gente que le conoció. Marcos nos invita a acercarnos a Jesús con una actitud de búsqueda, y nos va dando pistas para ello.
Mesías e Hijo de Dios
En el primer versículo del evangelio nos dice que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (Mc 1,1), pero el verdadero sentido de estas dos afirmaciones sólo pueden comprenderlas bien quienes lo acompañen a lo largo de todo el relato. Al terminar la primera parte de su evangelio, Pedro afirma en nombre de los discípulos que Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios enviado para salvar a su pueblo (Mc 8,29). Pero esta afirmación puede ser entendida mal; es necesario seguir a Jesús hasta la cruz para comprender en qué sentido es el Mesías. Allí un centurión pagano reconoce finalmente que Jesús es el Hijo de Dios (Mc 15,39).
Jesús manda callar
Uno de los detalles más llamativos del evangelio de Marcos es que Jesús manda callar con frecuencia a quienes afirman algo sobre él. Manda callar a los demonios, que lo conocen y saben que es el Santo de Dios (Mc 1,34; 3,12). A los que cura de sus enfermedades, les ordena que no se lo digan a nadie (Mc 1,44; 5,43; 7,36). Incluso a sus discípulos, que son quienes mejor lo conocen, les manda que no hablen a nadie sobre él (Mc 8,30; 9,8).
Tanto los demonios, como los curados y los discípulos dicen cosas positivas sobre Jesús. ¿Por qué, entonces, les manda callar? ¿No será tal vez porque aún no han descubierto la verda­dera identidad de Jesús? Es verdad que Jesús es el Santo de Dios y el Mesías, pero no en el sentido triunfalista que ellos dan a estos títulos. Los discípulos no aceptan. Ellos preferían a un Mesías triunfante y milagrero. Jesús se lo recrimina y les pide que le sigan.
Para entender por qué Jesús manda callar es importante caer en la cuenta de que sólo lo hace en la primera parte del evangelio (Mc 1,14 - 8,30), donde aparece más el lado glorioso y triunfal de su ministerio. Esta primera parte termina con la afir­mación de Pedro: "tú eres el Mesías". Sin embargo, Jesús les pide a sus discípulos que no hablen sobre él (Mc 8,30), porque aún no lo conocen bien.
Jesús instruye a sus discípulos
En la segunda parte del evangelio (Mc 8,31 - 16,8) Jesús les explica que su camino (el de Jesús y el de ellos) pasa por la cruz. Esta es la otra cara de la moneda, sin la cual es imposible descubrir quien es Jesús. Sin embargo, a los discípulos les cuesta mucho aceptar que Jesús tenga que morir y que ellos tengan que seguirle por el camino del olvido de sí mismos, del servicio, de la entrega. Por eso Jesús tiene que dedicarse a ellos y explicarles el sentido que tiene su entrega. A pesar de todo, cuando llega el momento decisivo, todos ellos, incluso Pedro, le abandonan.
Hacia el final de esta segunda parte hay dos momentos en los que se revela la verdadera identidad de Jesús. El primero cuando Jesús reconoce ante el Sumo Sacerdote que él es el Mesías, el Hijo del Bendito (Mc 14,61-62); el otro cuando un centurión pagano, al ver morir a Jesús afirma: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15,39). En ambos casos esta identidad de Jesús aparece relacionada con su muerte. Es aquí es donde se manifiesta la verdadera identidad de Jesús, como hijo obediente a la voluntad de Dios, que nos ha amado hasta entregar a su Hijo por nosotros.

Para preparar nuestro próximo encuentro vamos a leer la pri­mera sección del evangelio de Marcos: MC 1,14 - 3,6 ELABORAR UN DIBUJO DE ESTE PASAJE BIBLICO:
Bibliografía: El autentico rostro de Jesús. Guía para una lectura comunitaria del evangelio de san Marcos. Ed. Verbo Divino. 1997.
Descalso Martin José Luís, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, Ed. Sígueme
Cadavid Álvaro, Curso de Actualización Teológica Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín)