lunes, 12 de octubre de 2009

JESUS LES HABLABA POR MEDIO DE PARÁBOLAS.

ENFOQUE CRISTOLÓGICO
Mateo 13:10-17; Marcos 4:10-12; Lucas 8:9-10 
Introducción:
I. ¿Qué es una "parábola"?
A. Significa la puesta de una cosa al lado de otra con el propósito de comparar ... Por lo general se usa de un relato algo largo sacado de la naturaleza o de circunstancias humanas, siendo su objeto la enseñanza de una lección espiritual".
B. No es "fábula" Las fábulas quebrantan las reglas de la naturaleza, dando a los árboles y animales poderes humanos. Las fábulas no podrían servir el propósito de Jesús. Las fábulas enseñan lecciones prácticas que tienen que ver solamente con relaciones humanas. Las parábolas tratan de nuestras relaciones con Dios; tienen significado celestial y eterno.
C. No es "alegoría" porque cada detalle de una alegoría representa algo o alguien. Es verdad que a veces los elementos particulares de una parábola tienen significado (como en la parábola del sembrador), pero comúnmente cada parábola tiene una sola lección central.
1. Un error grande en el uso de las parábolas es el de buscar el significado de cada detalle de la parábola, aunque Jesús no lo haga.
2. Más de una lección. Es verdad que puede haber en algunas de las parábolas más de una lección. Por ejemplo, la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) tiene que ver con la responsabilidad individual, pero también se refiere claramente al juicio final, de recompensa para los fieles y castigo para los infieles.
3. Las circunstancias no tienen importancia. Esta regla es importante. En la mayoría de las parábolas las circunstancias no tienen significado. Por ejemplo, Mat. 13:44, el pensamiento principal es simplemente el gozo del hombre que halló un tesoro. En seguida, Mat. 13:45,46, habla de la perla de gran precio, y el pensamiento principal es el valor del reino.
D. Una ilustración. Una parábola es simplemente una ilustración basada en eventos comunes, las actividades diarias de la gente. Jesús conoce al hombre, y conocía perfectamente a la gente de Palestina, todo aspecto y detalle de su vida diaria.
1. Leemos sus parábolas y los hogares de aquel tiempo se nos abren. Vemos una mujer haciendo pan; a otra en la costura; la emergencia de aquel que pide pan a media noche para la visita; los ricos con bodegas llenas; el trabajador que no se atreve a comer hasta que el patrón haya comido.
2. Hay muchos contrastes: judíos escogidos y samaritanos aborrecidos; el rico que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez, y el mendigo que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas.
3. Todo el panorama se presenta: el agricultor arando, el pescador con sus redes, la alegría de los que se recibían en las bodas y la tristeza de los que no podían entrar, el edificador construyendo una torre, la viuda ante el juez pidiendo justicia.
II. ¿Por Qué Habló Jesús en Parábolas?A. Para revelar la verdad. Las parábolas son "ventanas" que dejan entrar la luz. Nos ayudan mucho en nuestro entendimiento de verdades celestiales. Jesús podía "colgar la verdad" sobre las cosas y actividades más comunes para que la veamos y entendamos mejor.
1. Por ejemplo, en este capítulo (Mateo 13) Jesús dice varias veces, "El reino de los cielos es semejante a" y luego sigue la comparación.
2. Jesús habla de "Los misterios del reino de los cielos". La palabra "misterio" se usa en el Nuevo Testamento en un sentido especial. No significa algo misterioso, oscuro y difícil o imposible de entender, sino simplemente cosas que no se podían saber sin revelación de Dios (1 Cor. 2:9-13; Efes. 3:3-6).
3. Así Jesús explica con parábolas la naturaleza verdadera del reino. Vemos la bella armonía entre las parábolas de Jesús y la enseñanza apostólica que se registra en los Hechos y en los otros libros del Nuevo Testamento.
B. Para conservar la verdad. Las parábolas nos ayudan mucho para recordar la enseñanza. ¿Quién no se acuerda del "Hijo Pródigo"? Es fácil recordar las parábolas. Cada una es una "obra maestra", sin igual en los escritos y discursos de los más destacados autores, filósofos, estadistas, etc. del mundo entero. Los nombres de Sócrates y Platón son muy reconocidos, pero ¿qué enseñaron?
D. Para esconder la verdad. Parece que esto contradice lo que ya se afirmó, pero es cierto. Jesús habló por parábolas para ilustrar la verdad para los sinceros y al mismo tiempo para ocultar la verdad de los insinceros. Siempre ha habido personas insinceras que no quieren la verdad, y no la aceptarán cuando se les presente. Jesús dejó en oscuridad a éstos con sus parábolas.
TAREA. DIBUJAR UNA PARABOLA CUALQUIERA TOMADA DEL EVANGELIO DE MARCOS. Se revisará en clase.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

NO HE VENIDO A LLAMAR A LOS JUSTOS SINO A LOS PECADORES.

PUESTA EN COMÚNEn la puesta en común de nuestro encuentro anterior nos cen­tramos en la primera sección del evangelio de Marcos (Mc 1,14-3,6), para tratar de descubrir cómo la gente y las autoridades de los judíos reaccionaban ante lo que Jesús hacía y decía.
Hoy daremos un paso más para comprender mejor esta misma sección del evangelio y nos preguntamos: ¿Qué acciones concretas de Jesús provocan la crítica de los escribas y fariseos?

LECTURA DE Mc 2,13-17>- Ambientación
Entre todas las cosas que Jesús hizo o dijo, hay una que fue considerada especialmente extraña y escandalosa por la gente piadosa y religiosa de su tiempo: su costumbre de comer con pecadores y gente de mala reputación. Entre ellos se contaban los publícanos o recaudadores de impuestos. Tanto es así, que hay quien ha llegado a decir que a Jesús le mataron precisa­mente por eso, por su manera de comer, y por lo que ésta signi­ficaba.

>• Miramos nuestra vidaHay personas a las que, casi de un modo instintivo, margi­namos o tachamos de "gentuza". Por nada del mundo nos gus­taría que nos vieran, ni a nosotros, ni a los nuestros, en compa­ñía de determinados individuos.
¿Podrías hacer una lista de personas concretas a las que rechazamos o marginamos y de las razones por las que lo hace­mos?
Comenta tu respuesta con los demás miembros del grupo.

>• Escuchamos la Palabra de Dios1. Conscientes de que Dios quiere comunicarse con nosotros a través de su Palabra que es "viva y eficaz", nos preparamos a escucharla con un breve momento de silencio o con una invoca­ción al Espíritu Santo.
2. Proclamación de Mc 2,13-17
3. Reflexionamos en silencio: leemos de nuevo el pasaje per­sonalmente y consultamos las notas.
4. Entre todos tratamos de responder a estas preguntas:
- ¿Porqué critican los maestros de la Ley a Jesús?
- ¿Cómo responde Jesús a esa crítica?
- ¿En qué consiste, según sus propias palabras, la misión de Jesús?

> Volvemos sobre nuestra vida
Intentamos descubrir ahora lo que este pasaje del evangelio nos dice a nosotros en nuestra situación actual. Podemos hacerlo a través de estas preguntas:
- ¿Nos comportamos a veces como los maestros de la Ley?
- ¿Qué te sugieren las palabras de Jesús en el v. 17 personal­mente y como miembro de una comunidad cristiana?

> Reflexionamos:
Expresamos en forma de oración todo aquello que hemos meditado y dialogado a partir de la lectura de este pasaje.
1. Volvemos a leer Mc 2,13-17
2. Lectura Personal.

PARA PROFUNDIZAR:
Las comidas de Jesús con los pecadores
La costumbre de Jesús de comer con pecadores y gente poco recomendable fue, sin duda, uno de sus gestos más controverti­dos y extraños.
Lo comprenderemos mejor si pensamos que en la antigüe­dad, lo mismo que sucede todavía hoy en muchas culturas, la forma de comer expresaba convicciones muy profundas respecto a la manera de ver el mundo y las relaciones con los demás. Los judíos, en concreto, tenían vino abundante y estricta normativa sobre las comidas y los alimentos, y de este modo reflejaban su forma de ser como pueblo. Por ejemplo, por nada del mundo un judío -¡y menos aún un fariseo!- se habría sentado a comer con un no judío (pagano) o con un pecador, pues eso hubiera supues­to romper las fronteras que los diferenciaban de quienes no per­tenecían al Pueblo de la Alianza, o habían quedado excluidos de él por su pecado.
Una forma de actuar que llama la atención
Sentándose a la mesa con los pecadores. Jesús se salta toda esta normativa. Con ello se pone a sí mismo en grave peligro de contaminarse, al entrar en contacto con quienes eran considera­dos impuros, esto es, indigno de acercarse a Dios y apartados de la comunidad. A aquellos que, como los maestros de la Ley. tenían muy claro dónde estaban los "buenos" y dónde los "malos", dónde los "justos" y dónde los "pecadores", la actitud de Jesús les desorientaba profundamente, porque mezclar lo puro con lo impuro era un desorden inaceptable que sólo podía traer malas consecuencias. Al actuar así, Jesús ponía patas arriba el orden social y religioso establecido. Y eso era intolerable.
Además, actuando de este modo, Jesús se deshonraba a sí mismo y echaba por tierra en un momento su consideración y reconocimiento social. Su comportamiento es absolutamente vergonzoso. Por aquello de "dime con quién comes y te diré quién eres", Jesús cae en el ridículo más espantoso ante quie­nes le observan, y su fama queda en entredicho. No puede ser bueno un hombre que se sienta a comer con esa gentuza.

Una forma de cambiar la sociedad desde dentroAnte el escándalo de los maestros de la Ley, Jesús les res­ponde que él no puede actuar de otra manera porque es el médico cuya misión es estar con los enfermos. Jesús come con los pecadores porque es una manera de salirles al encuentro, de ofrecerles el perdón capaz de curar las heridas abiertas por el pecado. Sentándose con ellos a la mesa les hace sentirse de nuevo en casa, en familia, les ayuda a establecer relaciones de solidaridad, de fraternidad, de acogida, de igualdad... Sólo así podrán reintegrarse a la comunidad y superar su marginación. Sólo así podrán recuperar la salud perdida.
En el fondo. Jesús actúa de este modo para mostrar cómo es Dios. Su Dios no tiene nada que ver con el Dios de los escribas y fariseos, que para proteger su santidad necesita apartar de sí a los "malos". El Dios de Jesús no busca excluir a los pecadores sino, al contrario, incluirlos y sentarlos a la mesa en el banquete de su reino (puedes leer Is 25,6-8) para celebrar con ellos la fiesta del perdón y la alegría. Jesús, en sus comidas con los pecadores, ya está haciendo presente el reino de Dios.
Nosotros, seguidores de Jesús, que cada domingo celebra­mos la eucaristía como quienes anticipan ya en el presente el banquete del Reino de Dios, deberíamos ensanchar la mesa de nuestra vida para que pudieran sentarse a ella los que no caben en ningún sitio, sabiendo que somos nosotros mismos los nece­sitados de esta comunión y fraternidad que Jesús vino a traer.

Para preparar el próximo encuentro
Para preparar nuestro próximo encuentro vamos a leer la segunda sección del evangelio de Marcos: Mc 3,7 - 6,6a
Al leer estos capítulos fíjate qué dice Jesús del reino de Dios y cómo se manifiesta en sus obras.

Bibliografía: El autentico rostro de Jesús. Guía para una lectura comunitaria del evangelio de san Marcos. Ed. Verbo Divino. 1997.
Descalso Martin José Luís, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, Ed. Sígueme
Cadavid Álvaro, Curso de Actualización Teológica Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín)

domingo, 20 de septiembre de 2009

¿QUIÉN ES JESÚS ?

PUESTA EN COMÚN
Vamos a hablar de lo que hemos descubierto en nuestro repaso de las opiniones sobre Jesús que aparecen en el evangelio de Marcos. Son -bastantes y variadas, pero no todas son acertadas; no todas expresan de verdad quién es Jesús. La clave para distinguir unas de otras está en cómo las recibe el mismo Jesús. Cuando manda callar o prohíbe hablar de él es que lo que dicen sobre él (o lo que quie­ren decir) no es correcto o no responde a su verdadera identi­dad. Las preguntas a las que vamos a responder son: ¿qué dice cada uno de los personajes sobre Jesús? ¿Cómo lo recibe él, lo acepta o lo rechaza?
LECTURA DE MC 8,27-30
>• Ambientación
En la puesta en común hemos visto lo que diversos persona­jes de su tiempo dijeron sobre Jesús. Desde entonces hasta hoy muchos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, han inten­tado descubrir quién es Jesús. Unos le han visto como un maes­tro de sabiduría, otros como un visionario, otros como un liber­tador, muchos como el Hijo de Dios... Al comenzar juntos este camino, en el que deseamos conocerle mejor, también nosotros vamos a intentar aclararnos sobre quién es para nosotros Jesús.
>• Mirarnos nuestra vida
Primero vamos a mirar a nuestro alrededor intentando ver qué dice la gente hoy sobre Jesús. Algunos lo dicen de palabra; otros con su vida. Quien va a la iglesia a poner una vela ante una imagen de Jesús sólo cuando está en dificultades, dice así quién es Jesús para él o ella; y lo mismo hace quien deja todo para ponerse al servicio de los demás, imitando el ejemplo de Jesús.
Pensamos un momento y después compartimos con los demás: ¿Qué dice la gente hoy sobre Jesús de Nazaret?
> Escuchamos la Palabra de Dios
1. Con un momento de silencio preparamos nuestro corazón para acoger lo que Dios quiere decirnos hoy a través de su Palabra.
2. Proclamación de Mc 8,27-30
3. Cada uno vuelve a leer el pasaje consultando las notas.
4. Después, entre todos, tratamos de responder a estas pre­guntas:
- ¿Qué opinaba la gente de su tiempo sobre Jesús?
- Los discípulos tienen otra opinión. ¿A qué puede deberse?
- ¿Cómo reacciona Jesús ante la respuesta de Pedro?
> Volvemos sobre nuestra vida
Jesús sigue haciéndonos a nosotros las mismas preguntas. Después de escuchar lo que otros dicen hoy de él y lo que dije­ron entonces sus discípulos, el Señor nos pregunta a cada uno de nosotros:
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Es muy importante que seamos sinceros al responder, pues este será el punto de partida del camino que vamos a hacer jun­tos detrás de Jesús. Cuanto más sinceros seamos los unos con los otros, más nos podremos ayudar a descubrir quién es Jesús.
> Reflexionamos:
Estamos comenzando juntos un camino: queremos descubrir quién es Jesús. Vamos a reflexionar para que sea él mismo quien nos conceda lo que necesitamos para este camino: sinceridad para compartir, capacidad de acoger a los demás, deseos de conocer­le... Cada uno puede hacerlo con sus propias palabras.
1. Comenzamos leyendo de nuevo Mc 8,27-30.
2. Oración personal.
3. Oración en común.
PARA PROFUNDIZAR
¿Quién es Jesús?
En el evangelio de Marcos se dan diversas respuestas a esta pregunta, pero no todas tienen el mismo valor. A través de las reacciones de Jesús a lo que los diversos personajes dicen sobre él, el evangelista invita a sus lectores a que revisen sus propias opiniones sobre Jesús, porque seguramente la visión que tienen sobre él no sea del todo acertada, como no lo era la de sus pro­pios discípulos y la de la gente que le conoció. Marcos nos invita a acercarnos a Jesús con una actitud de búsqueda, y nos va dando pistas para ello.
Mesías e Hijo de Dios
En el primer versículo del evangelio nos dice que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (Mc 1,1), pero el verdadero sentido de estas dos afirmaciones sólo pueden comprenderlas bien quienes lo acompañen a lo largo de todo el relato. Al terminar la primera parte de su evangelio, Pedro afirma en nombre de los discípulos que Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios enviado para salvar a su pueblo (Mc 8,29). Pero esta afirmación puede ser entendida mal; es necesario seguir a Jesús hasta la cruz para comprender en qué sentido es el Mesías. Allí un centurión pagano reconoce finalmente que Jesús es el Hijo de Dios (Mc 15,39).
Jesús manda callar
Uno de los detalles más llamativos del evangelio de Marcos es que Jesús manda callar con frecuencia a quienes afirman algo sobre él. Manda callar a los demonios, que lo conocen y saben que es el Santo de Dios (Mc 1,34; 3,12). A los que cura de sus enfermedades, les ordena que no se lo digan a nadie (Mc 1,44; 5,43; 7,36). Incluso a sus discípulos, que son quienes mejor lo conocen, les manda que no hablen a nadie sobre él (Mc 8,30; 9,8).
Tanto los demonios, como los curados y los discípulos dicen cosas positivas sobre Jesús. ¿Por qué, entonces, les manda callar? ¿No será tal vez porque aún no han descubierto la verda­dera identidad de Jesús? Es verdad que Jesús es el Santo de Dios y el Mesías, pero no en el sentido triunfalista que ellos dan a estos títulos. Los discípulos no aceptan. Ellos preferían a un Mesías triunfante y milagrero. Jesús se lo recrimina y les pide que le sigan.
Para entender por qué Jesús manda callar es importante caer en la cuenta de que sólo lo hace en la primera parte del evangelio (Mc 1,14 - 8,30), donde aparece más el lado glorioso y triunfal de su ministerio. Esta primera parte termina con la afir­mación de Pedro: "tú eres el Mesías". Sin embargo, Jesús les pide a sus discípulos que no hablen sobre él (Mc 8,30), porque aún no lo conocen bien.
Jesús instruye a sus discípulos
En la segunda parte del evangelio (Mc 8,31 - 16,8) Jesús les explica que su camino (el de Jesús y el de ellos) pasa por la cruz. Esta es la otra cara de la moneda, sin la cual es imposible descubrir quien es Jesús. Sin embargo, a los discípulos les cuesta mucho aceptar que Jesús tenga que morir y que ellos tengan que seguirle por el camino del olvido de sí mismos, del servicio, de la entrega. Por eso Jesús tiene que dedicarse a ellos y explicarles el sentido que tiene su entrega. A pesar de todo, cuando llega el momento decisivo, todos ellos, incluso Pedro, le abandonan.
Hacia el final de esta segunda parte hay dos momentos en los que se revela la verdadera identidad de Jesús. El primero cuando Jesús reconoce ante el Sumo Sacerdote que él es el Mesías, el Hijo del Bendito (Mc 14,61-62); el otro cuando un centurión pagano, al ver morir a Jesús afirma: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15,39). En ambos casos esta identidad de Jesús aparece relacionada con su muerte. Es aquí es donde se manifiesta la verdadera identidad de Jesús, como hijo obediente a la voluntad de Dios, que nos ha amado hasta entregar a su Hijo por nosotros.

Para preparar nuestro próximo encuentro vamos a leer la pri­mera sección del evangelio de Marcos: MC 1,14 - 3,6 ELABORAR UN DIBUJO DE ESTE PASAJE BIBLICO:
Bibliografía: El autentico rostro de Jesús. Guía para una lectura comunitaria del evangelio de san Marcos. Ed. Verbo Divino. 1997.
Descalso Martin José Luís, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, Ed. Sígueme
Cadavid Álvaro, Curso de Actualización Teológica Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín)

lunes, 17 de agosto de 2009

POLITICA Y RELIGION (actitud de Jesús frente al conflicto político de Palestina)


Actitud de Jesús frente conflicto Político de Palestina.
Política y Religión
El hecho más seguro y probado acerca de Jesús de Nazaret es que fue procesado, sentenciado y ejecutado por el procurador romano Poncio Pilato, acusado de alta traición. Lo cual no convierte a Jesús en un ser único. *Durante aquel período, muchos miles de rebeldes y revolucionarios judíos fueron crucificados por las autoridades romanas de Palestina. En general, los judíos se oponían al dominio romano y, como ya hemos visto, alguno de ellos estaban dispuestos a derribar a los romanos y restaurar el reino de Israel. Jesús fue hallado culpable de esta implicado en dicha conspiración y además, de pretender ser el verdadero rey de los judíos, heredero del trono, o lo que los judíos llamaban «El Mesías».
Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey (Lc 23, 2).
*La inscripción que se puso sobre la cruz (El Rey de los judíos) no deja lugar a dudas acerca de la acusación hecha contra él..
Fue o no fue culpable? ¿Incitó realmente al pueblo a la rebelión? ¿Se opuso verdaderamente a pagar tributos a los romanos? Pretendió de veras ser el rey o Mesías que debería gobernar a los judíos en lugar de Heredes, Pilato o César? ¿Hizo realmente planes para derribar al gobierno.
*A un extremo tenemos a quienes afirman que fue culpable (al menos en lo referente a las autoridades romanas), porque pretendió realmente ser el Mesías e intentó iniciar una revolución violenta con objeto de derribar a los imperialistas romanos.
Se afirma que Jesús estuvo profundamente implicado en la política de su tiempo y que inició un movimiento religioso-político que no se diferenciaba del de los Zelotes. Han sido fuertemente subrayadas las semejanzas entre Jesús y los Zelotes. Uno de los Doce era conocido como Simón Zelotes (Lc 6, 75; Hech 1, 13), y suele afirmarse que Pedro, Judas e incluso los hijos del Zebedeo también eran Zelotes. Además, algunos años después de la muerte de Jesús, un importante dirigente fariseo, que deseaba realmente que se diera una oportunidad al movimiento de Jesús, no descartó, sin embargo, la posibilidad de que fuera algo parecido al movimiento Zelote de Judas el Galileo (Hech 5, 34-39).
En una ocasión, Pablo fue confundido con un conocido líder revolucionario judío de Egipto (Hech 27,37-35).
*En el otro extremo tenemos a quienes afirman que Jesús fue absolutamente inocente de aquellas acusaciones políticas. No quiso incitar al pueblo a la rebelión; recomendó pagar los tributos; fue un pacifista; su única pretensión fue la de ser el Mesías «espiritual» o rey «espiritual» de los judíos.
*Afirman también que Jesús no tuvo nada que ver con la política de su época, sino que predicó un mensaje puramente espiritual y religioso, y que las acusaciones políticas fueron ideadas por los dirigentes judíos que deseaban librarse de él.
*El problema radica en que los judíos no hacían distinción alguna entre política y religión.
*Problemas que hoy clasificaríamos como políticos, sociales, económicos o religiosos se concebían en aquel tiempo en referencia a Dios y su ley. Un problema puramente secular habría sido algo inconcebible. Una rápida ojeada al Antiguo Testamento debería bastar para comprenderlo.
*Nos está permitido, sin embargo, decir que algunos de los problemas de la época eran lo que nosotros llamaríamos 'políticos', con tal de que tengamos presente que, para los judíos de entonces, dichos problemas habrían sido concebidos en referencia a su religión. En este sentido puede decirse que las relaciones de Israel con el poder imperial de Roma eran un problema político o, si se prefiere, un problema religioso-político.
*Si Jesús discrepaba de los Zelotes a este respecto, no se debería probablemente al simple hecho de que deseara mantenerse al margen de la política. Para los judíos se trataba de un asunto religioso, y se suponía que un hombre religioso debería tener una opinión al respecto, del mismo modo que debería tener una opinión acerca del sábado o del ayuno (cfr. Mc 12, 13-17,.).
*Jesús deseaba que Israel se viera libre del imperialismo romano, tanto como podían desearlo los Zelotes, los Fariseos los Esenios o cualquier otro.
*Los evangelistas, sin embargo no se mostraron especialmente interesados en la opinión de Jesús al respecto, porqué era algo que no interesaba a quienes vivían fuera de Palestina y porque, tras la caída de Jerusalén el año 70 d. C, ya no tuvo interés para nadie.
*Pero Lucas, que deseó acudir a las fuentes originales (Lc 1, 1-4) hizo uso de un documento que debió de ser escrito en Palestina antes de la caída de Jerusalén. Los expertos llaman a este documento el Proto-Lucas, y afirman que numerosos pasajes del evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles han sido tomados de dicha fuente. Lo que ahora nos interesa es que el 'Proto-Lucas', a diferencia de la mayoría de las otras fuentes, se refiere constantemente a la liberación política de Israel.
*En el 'Proto-Lucas', las personas que se hallan presentes en el nacimiento y en la infancia de Jesús son descritas como «todos los que ansiaban la liberación de Jerusalén» (2, 38) o «la consolación de Israel» (2, 25).
*La profecía de Zacarías (el Benedictus) revela el interés por el Dios de Israel que trae «la liberación a su pueblo» (1, 68) y «la salvación con respecto a nuestros enemigos y las manos de todos los que nos odiaban» (1, 71), para que, «libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor» (1, 74).
*Los enemigos de Israel son, sin lugar a dudas, los romanos (cfr. 19, 43). La esperanza y la expectación que aquí se expresan son de que Jesús «sería el que iba a*librar a Israel» (24, 21).
*Jesús se propuso cumplir esta expectación política, si bien no del modo en que el pueblo podía esperarlo y, desde luego no del modo en que trataban de hacerlo los Zelotes.
*Jesús se propuso liberar a Israel de Roma tratando de persuadir a Israel a que cambiara. Sin una transformación de corazón, dentro del mismo Israel, sería imposible la liberación de cualquier tipo de imperialismo. Este había sido el mensaje de todos los profetas, incluido Juan el Bautista. Jesús era un profeta y estaba implicado en la política del mismo modo que lo habrían estado todos los profetas.
*Pero, qué clase de transformación era la que había de liberar a Israel? En concreto, según el "Proto-Lucas', Jesús hizo enormes esfuerzos por convencer a los judíos de Palestina de que su actitud de resentimiento y amargura era suicida.
En el contexto del evangelio, esos signos son los signos de una catástrofe inminente: Y es en el 'Proto-Lucas' donde más clara e insistentemente se describe la catástrofe como una derrota militar de Israel en la que Jerusalén sería rodeada por sus «enemigos» (19, 43), es decir, «por ejércitos». (21, 20), y los 'buitres' romanos se congregarían en torno al cadáver de Israel (17, 37).
*«Si no cambiáis, todos seréis destruidos» (13, 3, 5). Puesto que no podrían derrocar a los romanos en un combate armado, ni serían capaces de llevar adelante su causa frente a sus adversarios, lo único realmente sensato que podían hacer era reconciliarse con ellos (12, 58).
*Tal como Jesús lo veía, la única forma de liberarse de los enemigos consiste en amar a los enemigos, en hacer el bien a los que te odian, en rezar por los que te maltratan (6,27-28).
*No se trata de resignarse a la opresión romana, ni de intentar matarles con amabilidad, sino de llegar a la causa fundamental de toda opresión y dominación: la falta de compasión por parte del hombre.
*Si el pueblo de Israel iba a seguir careciendo de compasión, acaso el derrocamiento de los romanos iba a hacer más libre a Israel?
*Si los judíos iban a seguir dando culto a los valores mundanos del dinero, el prestigio, la solidaridad de grupo y el poder, no iban acaso a sustituir la opresión romana por una opresión judía igualmente despiadada?
*Jesús estaba mucho más sinceramente interesado por la liberación de lo que lo estaban los Zelotes. Estos deseaban un simple cambio de gobierno: de un gobierno romano a uno judío.
*Jesús, por el contrario, deseaba un cambio que había de afectar a todos y cada uno de los aspectos de la vida y que debía llegar hasta los más básicos fundamentos, tanto romanos como judíos.
*Jesús deseaba un mundo cualitativamente distinto: el reino de Dios. No le satisfacía en absoluto la sustitución de un reino mundano por otro reino mundano. Eso no sería liberación en modo alguno.
*Jesús percibió lo que ningún otro había sido capaz de percibir: que existía una mayor opresión y explotación económica desde dentro que desde fuera del judaísmo. *Los judíos de la clase media que se hallaban en actitud de rebeldía contra Roma eran, por su parte, opresores de los pobres y de los ignorantes.
*El pueblo padecía una mayor opresión por parte de los Escribas, los Fariseos, los Saduceos y los Zelotes que por parte de los romanos.
*La protesta contra la opresión de Roma era una protesta hipócrita.
En la práctica, el dominio romano significaba la tributación romana. Para la mayor parte de los judíos, el pagar tributos al señor de Roma significaba dar al César lo que pertenecía a Dios, es decir, el dinero y los bienes de Israel. Pero, para Jesús, esto no era sino una racionalización, una excusa hipócrita para la avaricia. No tenía nada que ver con el verdadero problema.
¿«Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?». Pero él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le contestaron: «Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios». Y se maravillaban de él. (Mc 12,14-17).
*La respuesta de Jesús revela no sólo la hipocresía y la falta de sinceridad de la pregunta, sino también el auténtico móvil que se esconde tras el problema de los impuestos: la avidez de dinero. Quienes hacen la pregunta son los mismos que poseen las monedas romanas. Se pensaba que las monedas eran propiedad personal del gobernante que las había emitido. Y aquella moneda tenía el nombre y la imagen de César. ¡No es dinero de Dios, sino del César! Si os negáis a devolver al César lo que le pertenece, es únicamente porque sois amantes del dinero. Si realmente quisierais dar a Dios lo que a Dios le pertenece, entonces venderíais todos vuestros bienes y se lo daríais a los pobres, y renunciaríais a vuestro deseo de poder, prestigio y posesiones.
*El verdadero problema era la opresión en sí, no el hecho de que un romano pagano se atreviera a oprimir al pueblo escogido de Dios.
*La causa fundamental de la opresión era la falta de compasión en el hombre. Quienes protestaban por la opresión romana haciendo caso omiso de la opresión que ellos mismos ejercían sobre los pobres, carecían de compasión tanto como los romanos, o más.

Síntesis del PROFESOR: RICARDO RAMÍREZ PARDO
Bibliografía: Albert Nolan, Jesús antes del cristianismo. Pg 122-133

sábado, 8 de agosto de 2009

EL INCIDENTE DEL TEMPLO. TERCER BIMESTRE.

Actitud de Jesús frente conflicto religioso
La respuesta la ha dado uno de esos infrecuentes y brillantes descubrimientos que se dan en la historia de la investigación neotestamentaria. Etienne Trocmé, primero en un artículo y más tarde en un libro sobre Jesús, ha demostrado que el incidente del Templo no tuvo lugar durante la última semana de la vida de Jesús, sino en el transcurso de una anterior visita a Jerusalén
Siempre se ha sabido que Jesús debió de ir una y otra, de Galilea a Jerusalén y que tenía discípulos en Jerusalén y en Judea, lo mismo que en Galilea. La aportación de Trocmé consistió en demostrar que el incidente del Templo tuvo lugar durante una de las primeras visitas a Jerusalén, proporcionando el eslabón que se había perdido en los evangelios sinópticos. Fue éste el incidente que hizo de Jesús una figura pública, conocida y controvertida a lo largo y ancho de la nación.
Pero, ¿qué es lo que ocurrió en el Templo?
Jesús realizó su acción en el inmenso patio de los Gentiles, no en el Lugar Santo donde se ofrecían los sacrificios; y su acción fué motivada por los mercaderes y los cambistas. En otras palabras, su preocupación (como no podía ser menos, después de lo que hemos visto hasta ahora) no era la de adquirir poder o purificar el ritual. Su auténtica preocupación la constituían los abusos relacionados con el dinero y los negocios.
Hay numerosos datos extra-evangélicos que demuestran la existencia de un lucrativo negocio de venta de animales sacrificiales en el gran patio del Templo.
*También hay pruebas de que los mercaderes se aprovechaban de la demanda de animales puros para los sacrificios, elevando los precios a veces de un modo exorbitante.
*También los cambistas obtenían excelentes beneficios. Se suponía que todo judío tendría que gastar en Jerusalén una parte de sus ingresos y la mayoría de los peregrinos judíos llegaban a la ciudad con moneda extranjera.
*Esto es lo que Jesús vio en el Templo. Y esto es lo que provocó su cólera. No le impresionaba la grandiosidad de las piedras y las construcciones (Mc 13, 1-2, ), ni hacía caso de los complicados ritos y ceremonias.
*Únicamente se fijó en la viuda que dio Su último centavo (Mc 12, 41-44,.) y en la explotación económica de la piedad y la devoción del pueblo. Lo que allí había eran mercaderes y cambistas que servían descaradamente a Mammón, en lugar de servir a Dios, con el permiso, posiblemente incluso en beneficio de los sumos sacerdotes que administraban la Casa de Dios.
*Jesús estaba dispuesto a hacer algo al respecto. Su compasión por los pobres y oprimidos desembocó una vez más en la indignación y la cólera.
Según Marcos, todo esto despertó la atención de Jesús una tarde en que por lo avanzado de la hora, no merecía la pena emprender ninguna acción (11, 11). De modo que volvió al día siguiente, probablemente después de reunir en tomo a sí a un grupo numeroso de seguidores. Jamás podría haber conseguido él solo expulsar a los mercaderes y cambistas, indudablemente reacios a abandonar el lugar.
*Esto significa que la acción de Jesús no fue impremeditada ni ajena a un plan preconcebido. No se trató de un impulso momentáneo del que más tarde hubiera de arrepentirse.
*Jesús y sus seguidores hicieron salir del patio a los mercaderes y cambistas con sus mercancías y su dinero.
Según Juan, Jesús hizo uso de un látigo (2, 15). Seguramente Jesús puso vigilantes en los accesos al patio, no sólo para impedir que regresaran los enojados mercaderes, sino también para que hicieran cumplir su orden (de la que nos informa Marcos, 11,16) de que nadie transportase cosas por el patio, el cual probablemente era empleado como atajo para transportar las mercancías de una parte a otra de Jerusalén.
*La operación debió de originar de inmediato un auténtico tumulto. Se ha preguntado muchas veces cómo es posible que la omnipresente guardia del Templo o la guarnición romana de la fortaleza que dominaba el patio no intervinieran. ¿Acaso temían que una intervención armada pudiera originar un motín? ¿O tal vez llegaron a intervenir? Algunos autores han considerado la estrafalaria idea de que Jesús y sus discípulos se enzarzaron en combate con la guardia del Templo y, tal vez, hasta con la guarnición romana y que, durante un cierto tiempo, Jesús consiguió resistirles y mantener el control del Templo.
Esto es históricamente imposible, no sólo porque no concuerda con todo lo que Jesús había dicho y hecho hasta entonces, sino además porque habría sido ciertamente registrado en los anales del historiador judío Josefo como un suceso de considerable importancia política y militar.
*En mi opinión, probablemente intervino la guardia del Templo, pero únicamente con la finalidad de mantener el orden hasta que los sumos sacerdotes y los escribas pudieran llegar y negociar una solución pacífica al problema. En otras palabras Jesús no opuso resistencia a la guardia, Pero tampoco ésta insistió en que se permitiera regresar a los mercaderes y cambistas.
*El problema del derecho o la autoridad de Jesús para expulsarlos debían ser negociados con los funcionarios del Templo. ¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo? (MC 11,28 .). ¿Qué señal nos muestras para obrar así? (Jn 2, 18).
*Todo había de depender de la respuesta que Jesús diera a esta pregunta. El no poseía ninguna autoridad oficial dentro del sistema y, por otra parte, no hizo apelación directa alguna a la autoridad de Dios, como habrían hecho los profetas.
*No hay ninguna duda de que, cuando Jesús predicó en el Templo —ya fuera en esta ocasión o en alguna otra visita a Jerusalén—, habló de la catástrofe venidera refiriéndose a la destrucción de la ciudad y de su Templo, y habló también del reino como de un nuevo tipo de Templo. En otras palabras: su predicación en Jerusalén siguió el esquema habitual: una urgente llamada al cambio inmediato (metanoia), una advertencia acerca de las catastróficas consecuencias en el caso de que no se produjera dicho cambio, y la promesa de un nuevo Templo o comunidad en el caso de que dicho cambio se produjera de inmediato. Pero, al igual que sucedió con los profetas de antaño, se pensó que estaba profetizando contra el Templo, la ciudad y la nación y haciendo unas promesas ridículas acerca de un nuevo Templo en un futuro inmediato.
*Lo que probablemente inquietaba aún más a las autoridades era la influencia que parecía tener sobre el pueblo y el número de personas
* De pronto Jesús se había convertido en una figura de importancia nacional. Ya no podría ser ignorado. Los dirigentes del pueblo tenían que tomar una decisión acerca de él.
Poco después del incidente del Templo se escabulló y fue a ocultarse (Jn 8, 59; 10, 39; 12, 36). Ya no podía moverse abiertamente de un lado para otro (Jn 11, 54) y se vio obligado a abandonar Jerusalén y Judea (Jn7, 1).
*Pero tampoco estaba seguro en Galilea. Por aquel entonces, también Herodes albergaba contra él un odio mortal (Lc 13, 31; Mc 6, 14-16). Ya no podía hablar libremente en las aldeas de Galilea (Mc 9, 30). De manera que tuvo que deambular con sus discípulos fuera de Galilea: al otro lado del lago, en las regiones de Tiro y de Sidón, en la Decápolis y en las cercanías de Cesárea de Filipo (Me 7, 24 y 31: 8,22 y 27).
*En un determinado momento regresó al otro lado del río Jordán (Mc 10, 1; Mt 19, 1; Jn 10, 40). Tal vez los datos geográficos no sean del todo exactos, pero de lo que no puede dudarse es de que Jesús anduvo de un lado a otro, como fugitivo y exiliado, fuera de su propia región.
Cuando, por fin, regresó a Jerusalén, tuvo que recurrir a métodos clandestinos.
*El incidente del Templo había obligado a Jesús y a sus discípulos a modificar toda su forma de vida.
En la Biblia, juzgar significa gobernar, y en este caso la idea parece ser la de que los doce serían gobernadores en el reino que compartirían con Jesús la basileia, o poder divino de gobernar (Lc 22, 29-30).
No podemos asegurar que esta especie de planificación de la estructura del reino tuviera lugar mientras Jesús anduvo huyendo, aunque es cierto que Marcos sitúa estas 'instrucciones' a los 'Doce' durante el período en que anduvieron errando fuera de Galilea o estuvieron ocultos dentro de la misma Galilea (7,24 y 31; 8, 27; 9, 30-31, 33-34 y 35; 10, 35-45). Lo que sí podemos asegurar, sin embargo, es que fue durante ese período cuando a Jesús se le ofreció la tentación de tomar el poder en sus manos y permitir ser proclamado Mesías o rey de los judíos.

Síntesis del PROFESOR: RICARDO RAMÍREZ PARDO
Bibliografía: Albert Nolan, Jesús antes del cristianismo. Pg 134-141

domingo, 26 de julio de 2009

EL REINO Y EL PODER

Actitud de Jesús frente conflicto religioso
*La última diferencia entre el Reino de Dios y el reino de Satanás se refiere al poder. Sociedad y poder son inseparables. Toda sociedad ha de tener una estructura, y ésta siempre tendrá algo que ver con el poder.
*El problema del poder y de las estructuras de poder (quién tiene poder sobre quién, y quién puede decidir por quién y sobre qué) es lo que hoy llamamos política.
*En tiempos de Jesús, la política era, ante todo, cuestión de determinar quién debía ser rey. El poder era, en primerísimo lugar, realeza.
*En castellano podemos distinguir entre realeza y reino porque poseemos dos diferentes substantivos abstractos derivados de la palabra rey.
*Pero en griego, hebreo y arameo, esto es inconcebible. La palabra griega basileia significa a un tiempo realeza y reino. El poder del rey y el dominio del rey han de ser pensados como un solo concepto.
*Es preciso que caigamos en la cuenta de que la venida de la basileia de Dios significa también la venida del poder político de Dios.
*Jesús profetizaba que el poder político divino del futuro estaría en manos de los pobres y los pequeños:
*Bienaventurados vosotros, los pobres, porque de vosotros es la basileia de Dios (Lc 6, 20).
*Yo os confiero la Basileia... Os sentaréis en tronos para juzgar...
(Lc 22, 29-30).
*Tranquilizaos, pequeño rebaño, porque vuestro Padre determinó daros la basileia (Lc 12, 32).
Todo esto forma parte de la idea general de que los ricos y poderosos serán humillados hasta el fondo, mientras los pobres serán exaltados hasta lo más alto.
El (Dios) derriba del tronó a los poderosos y exalta a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide de vacío.
(Lc 1, 52-53)
Bienaventurados vosotros, los pobres... ¡Ay de vosotros, los ricos. . .!
(Lc 6, 20-24).
A todo el que se encumbre lo abajarán, y al que se abaje lo encumbrarán.
(Lc 14, 11).
*En el Reino de Dios, el poder será totalmente diferente del poder que se ejerce en el reino de Satanás.
*El poder de Satanás es el poder de la dominación y la opresión; mientras que el poder de Dios es el poder del servicio y la libertad.
*Todos los reinos y naciones de este mundo son gobernados por el poder de la dominación y la fuerza.
*La estructura del Reino de Dios vendrá determinada por el poder del servicio espontáneo y amoroso que las personas se presten unas a otras.
Jesús lo expresaba del siguiente modo:
Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen; pero no ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que quiera subir, sea servidor vuestro, y el que quiera ser el primero, sea el esclavo de todos, porque tampoco el Hijo del nombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos. (Mc 10,42-45; cf. textos paralelos y Mc 9, 35).
No hay que confundir los dos modos totalmente diferentes en que pueden entenderse y ejercerse la autoridad y el poder.
*La diferencia entre ambos es la diferencia que existe entre dominación y servicio. El poder de esa nueva sociedad no es un poder que haya de ser servido, un poder ante el cual el hombre debe inclinarse y hacer lisonjas, sino que es el poder que tiene una enorme influencia en la vida de los hombres porque está a su servicio. Es el poder que es tan desinteresado que es capaz de servir a los hombres incluso muriendo por ellos.
*Es interesante el hecho de que Jesús caracterice el poder de dominación como típico de los gobernantes gentiles (los jefes de los pueblos).
Es posible que estuviera pensando en César y en Poncio Pilato, así como en los reyes «gentiles» que, a lo largo de las Escrituras, se identifican como opresores de los judíos, especialmente los gobernantes de los grandes imperios, a quienes Daniel describe como bestias inhumanas (7,2-7,17).
*Pero Jesús era perfectamente consciente del hecho de que los judíos también podían ser opresores.
También era consciente de que la mayor parte de los líderes judíos -los sumos sacerdotes, los ancianos, los escribas y los Fariseos eran opresores.
*No tenían los arbitrarios poderes de los reyes y los príncipes, pero sí un poder que les permitía dominar y oprimir: la ley.
La ley la constituían las normas y reglas transmitidas al pueblo judío tanto a través de la palabra escrita de la Escritura como a través de la tradición oral de los escribas.
*Jesús no se oponía a la ley en cuanto tal, sino al modo de usar la ley, a la actitud del pueblo con respecto a la ley. Los escribas y Fariseos habían convertido la ley en una carga, cuando se suponía que debería ser un servicio:
Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los demás, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo (Mt 23, 4).
El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado (Mc 2, 27).

*Los escribas habían convertido el sábado, como tantas otras leyes, en una carga insoportable. Empleaban el sábado contra el hombre, en lugar de emplearlo en favor del hombre.
*Tenemos aquí, como se ve, dos diferentes actitudes ante la ley, dos distintas opiniones acerca de su finalidad y, consiguientemente, dos diversas formas de usarla.
*La actitud de los escribas conducía, al legalismo, a la hipocresía y al dolor.
*La actitud de Jesús, por el contrario conducía a la tolerancia en todos aquellos casos en que las necesidades del hombre chocaran con la observancia de la ley, y al rigor siempre que éste sirviera mejor a las necesidades del hombre. La ley estaba hecha para el hombre, no el hombre para servir a la ley y humillarse ante ella.
El sábado, por ejemplo, había sido concebido para liberar al hombre del peso del trabajo y para que pudiera descansar. Pero no había sido concebido para impedir al hombre hacer el bien, para impedirle curar o salvar la vida (Mc 3,4; Mt 12,11-12; Lc 13, 15-16), ni para impedirle que comiera cuando tenía hambre (Mc 2, 23-26,).
*Jesús no se consideraba a sí mismo un legislador. No quiso abolir la Ley Mosaica (Mt 5,17-18) con objeto de promulgar una nueva ley o acabar con todo tipo de leyes.
*Tampoco quiso añadir, quitar o corregir una sola letra o un solo acento de la ley (Mt 5,18). Lo que Jesús quería hacer era dar a la ley su cumplimiento, es decir, tratar de que la ley desempeñara el papel que Dios le había asignado, que cumpliera su finalidad (Mt 5, 18).
*Los escribas y Fariseos explotaba la ley para sus propios propósitos egoístas, destruyendo con ello la finalidad de la ley en sí misma. *Habían hecho de la ley un poder opresor.
*Los dirigentes y los hombres instruidos del tiempo de Jesús eran los primeros que se habían esclavizado con respecto a la ley.
*Jesús deseaba liberar a todos de la ley, de todas las leyes Pero esto no podía conseguirse aboliendo o cambiando la ley Lo que había que hacer era destronar a la ley. Jesús tenía que asegurarse de que la ley fuera servidora del hombre, y no su dueña (Mc 2, 2-28).
*El hombre, por consiguiente, debe responsabilizarse de su poder y la ley para servir a las necesidades de la humanidad.
*Lo cual es totalmente diferente del libertinaje, el desorden o la tolerancia irresponsable.
*Jesús relativizaba a ley para que pudiera alcanzarse su verdadera finalidad.
*En la estructura política del Reino de Dios, por lo tanto el poder, la autoridad y la ley serán puramente funcionales lo único que harán será expresar las medidas necesarias para que los hombres se sirvan mutuamente de un modo voluntario y eficaz.
*Todo tipo de dominación y toda forma de esclavitud habrán sido abolidos «Porque os digo que si vuestra fidelidad (cumplimiento de la ley) no sobrepasa a la de los escribas y Fariseos no entrarán nunca en el Reino de Dios» (Mc 5, 20).

Síntesis del PROFESOR: RICARDO RAMÍREZ PARDO
Bibliografía: Albert Nolan, Jesús antes del cristianismo. Pg 92-97
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domingo, 19 de julio de 2009

TEMPERAMENTO DE JESUS - TERCER BIMESTRE - ENFOQUE CRISTOLÓGICO

ENFOQUE CRISTOLÓGICO
¿Cómo era el temperamento, la psicología de Jesús? En una palabra, Jesús era impecable, es decir, libre de toda imperfección y mancha moral ante Dios y los hombres. Nadie pudo sorprenderlo en mentira o falla. Por eso pudo decir: "¿Quién me argüirá de pecado?". Nadie pudo echarle en cara un pecado. San Pedro así afirmó: "No hubo pecado en él, ni engaño en su boca" (1 Pedro 2, 22).
Impecable significa santo. Jesús era santo. Tal convenía que fuese nuestro Sumo Sacerdote: "Santo, inmaculado, apartado de los pecados" (Hebr. 7, 26). En todo semejante a nosotros, menos en el pecado.
En el concilio de Éfeso del siglo IV se afirma que Jesús nunca cometió pecado. Y en el segundo concilio de Constantinopla se condena a quien diga que Jesús tuvo pasiones desordenadas carnales. Esta herejía y esta profanación se ha vuelto a repetir en la famosa película "La última tentación de Cristo". Esta postura es inaceptable porque en Jesús hay equilibrio entre el mundo pasional y el racional. El desequilibrio se da en nosotros, por culpa del pecado original. Pero en Jesús no hubo pecado original. Nació sin pecado, así lo dijo el ángel a María. Jesús no tenía tendencia interior al mal, como nosotros. Y las tentaciones del desierto o la de Getsemaní son tentaciones extrínsecas, es decir, vienen de fuerzas exteriores, provocadas por el Maligno. Y Jesús las rechaza al punto, porque en su alma no había complicidad radical alguna con el mal. El "Apártate, Satanás" tantas veces pronunciado por Jesús, es el reflejo de la ausencia de complicidad pecaminosa en su interior. Así Jesús llega a ser el ideal ético de todos los tiempos y de todas las civilizaciones.

¿Qué decir de esas reacciones fuertes de Jesús? ¿No son accesos de ira y cólera con los vendedores del templo y con la clase dirigente de entonces? Santidad y perfección moral no significa tener temperamento flemático, débil, apático, apagado. No. Jesús es un hombre con energía moral, de temperamento fuerte y apasionado. Y cuando está en juego la gloria del Padre y la honestidad y honradez no duda en airarse. No tolera la mentira, la falsedad, la doblez. Se indigna contra quienes quieren falsear la religión y se creen justos. Podemos imaginarlo con los ojos llameantes, los labios trémulos y las mejillas abrasadas, porque "el celo de la casa de su Padre le consume". Jesús no se queda en medias tintas. Su ira no va contra las personas, sino contra la actitud hipócrita y doble de esa gente dirigente.

Por tanto, su semblanza moral estaba enriquecida con estas joyas: mansedumbre y comprensión, exigencia y fuerza. No se excluyen. Es más, se complementan. De Él se dijo: "Nadie habló como Él." Detrás de esta frase se esconde todo el mundo intelectual de Jesús.

¿Cómo era la inteligencia de aquel que a los doce años dejó boquiabiertos a los doctores de la ley? ¿Cómo era la inteligencia de aquel que cuando hablaban todos estaban pendientes de las palabras de gracia que salían de su boca? ¿Cómo era la inteligencia de quien pronunció el hermoso discurso o sermón de la montaña, jamás superado por nadie?

La gente de su tiempo estaba asombrado ante Jesús, hasta el punto de decir: "¿De dónde le vienen a éste tales cosas y qué sabiduría era esa que le había sido dada?". Otros decían: "¿Cómo es que sabe letras sin haberlas aprendido?".

La teología nos dice que Jesús tuvo tres tipos de ciencia:• 1. Ciencia beatífica intuitiva: por ser Dios, Él veía a Dios cara a cara. Veía todo el pasado, el presente y el futuro. Veía su vida, sus sufrimientos, sus trabajos, su apostolado, su muerte en la cruz, su triunfo en la resurrección. Veía las etapas de la Iglesia con todas las pruebas y vicisitudes. Veía a sus hermanos los hombres, sus avances y tropiezos, sus miserias y grandezas. Y todo esto le causaba un doble sentimiento: por una parte, alegría, por el bien que veía en muchos; y, por otra parte, pena, por el mal que muchos perpetraban a sus semejantes con guerras, crímenes e injusticias.
• 2. Ciencia infusa: es la ciencia que Dios da a los ángeles y a gente privilegiada, que sin haber estudiado, saben las cosas porque Dios se las infunde en su inteligencia y en su espíritu.
• 3. Ciencia adquirida o experimental: es la ciencia que vamos aprendiendo con el paso de los días, gradualmente. Así se entiende la frase del evangelio: "El niño crecía en edad, sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres". Jesús era verdadero hombre, por tanto, su conocimiento fue progresivo, como el conocimiento de todo hombre.
Jesús, pues, tenía una inteligencia brillante, intuitiva, clara, concreta, basada en la realidad, donde extraía los datos para su predicación. Era muy observador. Se fijaba en todo: en los lirios, en los pajarillos, en los campos, en las actitudes de los hombres. Sus ojos eran como una cámara de fotos.

Psicología y temperamento de Jesús : ¿Cómo era Jesús? Es un hecho: Jesús ha sido, es, y será un personaje excepcional desde todos los puntos de vista. Ha partido la historia en dos: antes de Cristo, después de Cristo.

A veces su modo de obrar es extraño, hasta el punto que sus mismos parientes creen que "ha perdido el juicio" (Mc 3, 21) y lo quieren llevar a su casa porque creen que compromete el honor familiar. Los enemigos le acusan de estar poseído de un espíritu maligno, porque su obrar y doctrina rompen con los moldes recibidos del ambiente judaico (Mat 12, 24). Otras veces su conducta parece un poco extraña: hace barro en el suelo con la saliva y unta los ojos de un ciego; o mete los dedos en los oídos de un sordo; o escribe con el dedo en el suelo o arroja airado a los mercaderes del templo.

¿No sufrirá una crisis nerviosa, no tendrá algún desajuste emocional o psicológico? ¿Quién es éste que quebranta el sábado, que come y bebe con pecadores? ¿Ha perdido los estribos?
Un maestro un tanto singular: un maestro que no tenía lugar físico donde preparar sus clases; no tenía escuela, no llevaba libros debajo del brazo. Ni casa donde dormir.
¿Qué características podemos entresacar del temperamento de Jesús, a la luz del Evangelio?
• 1. Espíritu equilibrado: a pesar de que su vida se desarrolló en un ambiente de lucha y fricción, dado que su mensaje era innovador y chocaba constantemente contra las clases dirigentes de entonces, que le consideraban intruso, Jesús les desenmascara terriblemente, con espíritu decidido, costase lo que costase. Y lo hace con espontaneidad, equilibrio, naturalidad, sinceridad...pero también con tono y palabras punzantes, con argumentos contundentes y serenos, hasta el punto que nadie se atreve a echarle mano (Jn 7, 45). Cuando quisieron sus paisanos despeñarle, con toda naturalidad pasa en medio de ellos, sin nerviosismo ni excitación. En su vida no hay bruscas alternativas, ni depresiones nerviosas ni rectificaciones de conducta o de doctrina. Este equilibrio y serenidad es reflejo de una armonía y equilibrio de su alma segura y centrada en torno a una misión superior.

Dice un autor de él: "Hombre verdaderamente completo, hombre de un tiempo y de una raza apasionada de la que no rechazó sino las estrecheces de miras y errores. Tiene sus entusiasmos y sus santas cóleras. En sus desahogos de cólera, su centro es el celo de su Padre, que es el centro de su alma. Es una reacción en defensa de los intereses superiores del Reino de Dios. No busca sus intereses personales.
•2. Espíritu lúcido y voluntad decidida: lucidez, pues sabía a qué había venido, conocía bien el plan que su Padre le había trazado. Lúcido en su hablar y predicar. No desvariaba, no perdía la memoria. Su hablar era coherente, reflexivo y brillante. Y al mismo tiempo, tenía una voluntad decidida. Nada de blandenguería, ni voluntad enfermiza o débil. Voluntad decidida, demostrada en términos tajantes: "Si tu ojo...si tu mano...córtatelos".... "Dejad a los muertos enterrar a los muertos"...."Dejen todo y síganme". Fue esta voluntad decidida, la que hizo que algunas veces los apóstoles no se atrevieran a preguntarle...estaban como sobrecogidos y con temor, a veces. ¡Qué decisión la de Jesús: "Que nunca salga fruto de ti"!

•3. Fiel a su misión: por eso rechazó las propuestas de Satanás en el desierto. Por eso rechazó la propuesta de la gente para hacerle rey temporal. Por eso rechazó la propuesta de Pedro de quitarle la cruz y el sacrificio. Por eso, al final de su vida pudo decir: "Todo está cumplido".
•4. Espíritu sincero y auténtico: en Cristo no cabían las mañas, la manipulación de la gente, el engaño, las palabras de doble sentido, la trampa. Por eso, luchó a muerte contra el espíritu doble e hipócrita de los fariseos, a quienes trató duramente. No aguantaba la mentira. Por eso dijo: "Vuestra palabra sea sí o no...no se puede servir a dos señores...la lámpara de tu cuerpo es tu ojo". Jesús no tenía máscaras. Era transparente: por eso lloraba, sentía tedio y temblor, se compadecía, se enojaba...No era un estoico. Nada tenía postizo. Por eso, desenmascara las trampas de los fariseos: "Mostradme el denario...dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

•5. Espíritu realista, no idealista: Jamás se oyó decir de Cristo que tuvo éxtasis, es decir, momentos en que perdía el control de los sentidos, por estar en contacto con el mundo sobrenatural. Nunca se desconectó del mundo sensible. Nunca estuvo fuera de sí, como estuvo san Pablo o santa Teresa o san Juan de la Cruz, a quienes Dios les concedió estas gracias especiales.
Jesús era realista. Vivía a la intemperie. Nunca estuvo enfermo. Esto nos demuestra que tuvo un equilibrio orgánico y psíquico a prueba de todo. Quien anda en éxtasis se siente descoyuntado, molido, con dolores musculares y orgánicos.
Jesús vivía en la realidad. Y esa realidad era dura. Tanto que le creaba tensión con su misión: "Tengo que recibir un bautismo de sangre...las raposas tienen madriguera...vamos a Jerusalén". Jesús no fue un idealista ni un soñador. Pisa en tierra firme: "Dadles de comer...estoy conmovido". No es un sonámbulo. No tiene espasmos nerviosos. No tenía sugestiones ni fanatismos.
Jesús nada tiene de rarezas. Por eso, come, bebe, echa en cara, discute, reza, motiva, llama la atención, se enoja.
Sus mismas parábolas demuestran este espíritu realista: pescadores escogiendo los peces buenos; los agricultores sembrando la buena semilla; los obreros esperando en la plaza el contrato del día; la reacción de los que trabajaron más contra los más favorecidos; la preocupación de la mujer que perdió una dracma en la casa; la súplica de la mujer ante el juez inicuo; los amigos importunos que van de noche a pedir pan al amigo; el rico que no se preocupa del pobre; los fariseos que en las plazas hacen todo para ser vistos; la madre que va a dar a luz; los lirios del campo; los que entran al banquete sin llevar vestido de etiqueta... ¡Qué ojo tan realista y observador! Nada se le escapa. Con sus parábolas podríamos reconstruir el medio ambiente social de su época.
• 6. Espíritu sencillo: la sencillez es la no complicación ante Dios, los hombres y uno mismo. Es sinónimo de naturalidad, autenticidad, transparencia. Por eso, en Jesús encontramos una fluidez en la relación con su Padre. Y en el trato con los hombres no tenía gestos teatrales, ni tonos altisonantes ni espectacularidades para halagar a las masas. No clamaba en las plazas. Su vocabulario era sencillo, natural, simple, imaginativo y plástico. Nos se iba a la abstracción; nos e andaba por las ramas. No se daba a logicismos rabínicos eruditos. Natural, sin afectación; natural, sin rarezas; natural, sin formalismos. Por eso, pedía que los ayunos no se hiciesen en público, sino en privado.
Por eso, iba a los convites con gente sencilla e incluso poco recomendable. No se complicaba. No se hacía líos. No cavilaba. No buscaba dobles intenciones a las cosas. Por eso, desenmascaraba a los fariseos, porque eran complicados de mente, retorcidos, maliciosos, malpensados. Todo en Jesús es transparente, auténtico, sincero: "El ojo debe ser el espejo del corazón". Sencillez. Sencilla fue la llamada de cada apóstol. Nada de truenos, ni de gritos, ni de espasmos. Nada de sueños ni de visiones: "Ven y sígueme". Sencillez. Por eso, todo lo decía de frente sin complicarse. Sencillez. Por eso, simplificó los 503 preceptos judaicos en uno solo: Amaos.
• 7. Espíritu original e independiente: A todos considera hermanos, no hay extraños ni extranjeros. Todos somos hijos del mismo Padre Celestial. En tiempo de Jesús imperaba un nacionalismo cerrado y de revancha contra el extranjero. Jesús habla de universalidad, de fraternidad, de unir Oriente y Occidente, donde se sentarán todos en el mismo banquete.
Por este espíritu de independencia corrige la interpretación dada a las leyes antiguas, simplifica todo, perfila, matiza. Todo sonaba nuevo, original: "Dar la otra mejilla, devolver bien por mal, amar al enemigo, no permitirse ni siquiera desea a la mujer del prójimo, perdonar, sólo los enfermos necesitan del médico, buscar lo perdido, lo que sale del corazón eso es lo que mancha...".

Por este espíritu original, no promete un mesianismo terreno, político, social, sino espiritual, donde los pobres, los afligidos, los humildes, los pacíficos, los perseguidos son quienes tendrán su recompensa. Por eso su doctrina, por ser nueva, pedía odres nuevos, corazones nuevos, mentes nuevas. Si no, se echaría a perder el vino de su mensaje.

Original y atrevido. Se considera superior a la ley, al templo, al sábado, y con toda independencia y libertad, cambia las antiguas costumbres que eran intocables: "Habla con una mujer samaritana, come con pecadores, cura a extranjeros, se encara con esos maestros de la ley, quebranta el sábado para hacer el bien a los necesitados...".
•7.1 Espíritu de mansedumbre, exento de blandos sentimentalismos: No ha habido temperamento más comprensivo y condescendiente con el prójimo que Jesús. Su espíritu de mansedumbre culmina en su silencio, en su porte digno al ser abofeteado. No es un silencio lleno de miedo e impotencia; sino un silencio lleno de dominio y contención de las pasiones irascibles. Jesús es una mezcla de majestad y dulzura. Sabe condescender sin rebajarse; entregarse sin perder su ascendiente; darse sin abandonarse.

Su dulzura y mansedumbre no significaba transigencia y aprobación de situaciones injustas o de actitudes erradas. Por eso, desenmascara la falsedad, la hipocresía, con frases duras y cortantes, de las clases dirigentes judaicas. No se alza contra la autoridad; al contrario, dice a los suyos que sigan sus instrucciones, pero no su conducta. Vigoroso y suave, suro y condescendiente. En el equilibrio de ambas tendencias está el carácter perfecto.
•7.2 Espíritu comprensivo y humano, sin concesiones a la demagogia: Jesús era intransigente con el pecado e indulgente con el pecador. Ahí tenemos a Jesús frente a la mujer adúltera (Juan 8, 1s) y frente a esos judíos que trajeron a esa mujer pública. Fue indulgente con ella, porque estaba arrepentida, pero fue intransigente con el pecado de la mujer: "Vete y no peques más". Y fue intransigente con esos judíos: "El que de vosotros esté sin pecado, arroje la primera piedra".
Ahí tenemos a Jesús frente a esa mujer samaritana (cf. Juan 4). Jesús le puso ante su cara el pecado: "Cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido". Pero la fue llevando al arrepentimiento. Jesús no tiraba las piedras contra los pecadores, como hacían los fariseos. Era comprensivo con la debilidad humana. Pero era intransigente con la mentira, la hipocresía, la falsedad, la ambición, la comodidad. Por eso no dudó de hablar duro a Pedro: "Apártate de mí Satanás" cuando Pedro quiso quitar del plan de Jesús la cruz, lo difícil (Mateo 16, 21-23).

Aún resuenan las terribles palabras contra la actitud de esos jefes religiosos: "Fariseos, sepulcros blanqueados, raza de víboras". Daban la impresión de una virtud interior que no tenían. Comprensivo con el pecador humilde. Por eso perdonó al buen ladrón (cf. Lucas, 23, 39-43), a Zaqueo (cf. Lucas 19, 1-10). Pero esta comprensión con la debilidad humana, estaba muy por encima de la demagogia o condescendencia con las pasiones bajas de las turbas.
Por eso, no lanza un programa o un mensaje facilitón, cómodo, de satisfacciones sociales en el orden terrenal; no promete bienes terrenales, sino persecuciones, dificultades. Por eso, a los que le siguen les pide renuncias terribles, negarse a sí mismo, tomar la cruz...amarla a Él más que a sus seres queridos.
Nada de concesiones a la sensualidad y a la animalidad del hombre. Primero están los valores del espíritu, que piden ascesis, trabajo, renuncia. Jesús no halaga, exige. Jesús no cede, exige. No contemporaliza, exige. Nada de demagogias facilitonas, como hacían otros mesías. Su mensaje era crudo: cruz, sacrificio, renuncia. Y sin embargo, era el Pastor que busca esa oveja perdida y cuando la halla, se alegra, la pone sobre los hombros, hace fiesta. Era ese Médico que curaba las heridas profundas del corazón de quien se acercaba humilde y arrepentido. Para ello se necesita tener un corazón noble, grande para amar y fuerte para luchar.
• 8. Espíritu austero: austero, no al estilo de Juan Bautista, que huye del mundo y de sus nobles alegrías. Jesús no es un anacoreta que vive aislado en el desierto, sin más compañía que la de los chacales. El anacoreta se desconecta de la vida social, de sus problemas y angustias. La misión de Jesús debía desarrollarse en el bullicio de las ciudades, conviviendo con sus conciudadanos y participando de sus preocupaciones. Los monjes anacoretas tenían este lema: "Huye, reza, llora". Jesús, no. Jesús quiere santificar la vida social en su propio ambiente, en contacto con las diversas clases sociales de su tiempo. ¿Dónde está, pues, su austeridad, si tenía que vivir en medio del mundo?

En su vida personal había abrazado la más estricta pobreza. No tenía dónde reposar la cabeza. Tenía otro alimento distinto. Austeridad, como ese tener lo esencial, vivir con lo esencial; en comida, vivienda y vestido. Austeridad, como libertad interior. Cuanto menos se tiene, más libre se siente Jesús.
Su mensaje, por otra parte, exige austeridad, renuncia: "No acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla corroe"... "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero...?"... "Una cosa es necesaria". Pide, pues, austeridad, para desembarazar el espíritu a fin de que vuele con mayor libertad hacia la santidad. Pide perder la vida material, para salvar el alma espiritual. Como el cirujano que amputa un miembro, para el bien del todo. Pide vender todo lo material para comprar la perla preciosa de su amistad, de su gracia, de su Reino.
Nada tiene valor para Jesús, sino en función de su dimensión religiosa y espiritual. Por eso lo material debe ocupar un lugar secundario en la vida del cristiano. Si no hay renuncia en la vida, no hay clima propicio para el desarrollo de los valores espirituales. Su mensaje, por tanto, supone un programa de renuncia. No nos hagamos ilusiones: para entrar en el Reino de los cielos hay que desprendernos. La austeridad nos ayuda a elevar la mirada a las cosas de arriba, y a desprendernos de las cosas, afectivamente, primero, y efectivamente, después.

• 9. Espíritu razonablemente afectivo: la actitud de austeridad y desprendimiento ante la vida en Jesús no está reñida con un temperamento afectivo, cálido, cordial. Austeridad no significa adustez, insensibilidad, frialdad en el trato con los demás. La austeridad regula esa tendencia de todo hombre a tener más de lo necesario. La afectividad es una cualidad que todo hombre tiene que desarrollar en el marco de un equilibrio, y que le hacer ser más hombre.
¿Cómo demostró Cristo su afectividad? En los Evangelios se nos habla de su predilección por los niños, símbolo del candor y humildad, necesarios para entrar en el Reino. Con sus apóstoles fue afectuoso y el Evangelio no esconde que Jesús tuvo predilección con algunos: Pedro, Santiago y Juan. A pesar de la rudeza de aquellos pescadores, Jesús tuvo detalles de delicadeza y afectividad: cuando les vio cansados, los llevó a la otra orilla a pasar un fin de semana.
En la Última Cena los llama: "hijitos míos" y les deja el testamento del amor, como sello de su pertenencia. Les lava los pies.

Cuando les manda al apostolado se preocupa de que no les falte nada. Fue compañero de fatigas y sinsabores, de alegrías y sobresaltos de esos doce íntimos. Con ellos desarrolló una afectividad sana, equilibrada y orientada al bien. La afectividad unida a la amistad crea lazos irrompibles, estrechos y duraderos. Hoy diríamos: "Jesús tenía corazón". Esto es la afectividad.

Las lágrimas que Jesús derramó en varias ocasiones demuestran que Jesús no era una persona adusta o insensible, sino, al contrario, con una capacidad de afectividad fina. Le dolía que no le aceptaran como Mesías. Le dolía la suerte de su pueblo. Le dolía la injusticia, la explotación, el sufrimiento de su gente. Le dolía la ingratitud. Le dolía la terquedad de algunos.

CONCLUSIÓN
Hemos visto todo un mosaico de virtudes en Jesús. Virtudes en plena armonía, que forman la rica personalidad de Cristo, su mundo psicológico y afectivo. Estas virtudes las vivió Jesús de un modo sereno, límpido, natural, sin tensiones. Cristo representa el equilibrio, el ideal más puro de la Humanidad. A Él tenemos que mirar todos, por ser el Camino, la Verdad y el Modelo

A modo de conclusión, hagamos un breve resumen de cuanto se ha dicho: ¿Cómo era Jesús?
• 1. Ante su Padre: obediente, agradecido, atento, solícito, amoroso, delicado, respetuoso.
• 2. Ante los hombres: Demuestra un gran interés por el hombre, por cada hombre. Le ama con compasión, le habla con sencillez, le corrige con bondad y con exigencia amorosa para que se convierta; le urge la conversión del hombre. Quiere hacerle salir de su reducido mundo, abrirle horizontes, darle alas para que comprenda lo que es, lo que puede ser.
Desea hacerle superar lo inmediato para que vea lo profundo de su vida y de su actuación. Usa términos absolutos: nadie, todos, perderse, salvarse; no se queda en las ramas, va a las raíces (Mc 8, 35; Mc 9, 43-44). Utiliza las narraciones o parábolas para iluminar las actitudes que el hombre debe tener en su vida, para enseñarle cómo debe actuar para ser mejor: el sembrador y su cosecha (Mt 13), obrero y trabajo (Mt 20, 1-16), servidor y señor (Lc 12, 45-47), ladrón (Lc 12, 39), padre e hijo (Lc 15, 11-32), administrador y el rico (Lc 16, 1-8); rico y pobre (Lc 16, 19-31), negociantes y casas de préstamo (Lc 19, 12-23), invitados a la boda (Lc 14, 8-12), gobernantes y súbditos (Mt 20, 25). También usaba paradojas y enigmas para hacerle pensar al hombre, animarle a buscar. Emplea el género apocalíptico para recordar la inseguridad del hombre, el juicio al está sometido, la soberanía de Dios, su paciente espera, su justicia, la maldad del pecado, la necesidad de estar vigilante (Mt 24, 36; 24, 27-28; Mt 25). ¿Desde dónde enseña al hombre? Cualquier parte es púlpito: plazas, caminos, a orillas del lago, sinagoga, banquetes, templo, etc. ¿Cómo enseña? Con autoridad, con decisión, con paciencia y bondad.
• 3. Ante las cosas: amor y respeto por la naturaleza. Se ha fijado en todo: pájaros (Lc 9, 58; 12,6), los cuervos (Lc 12, 24), los lirios (Lc 12, 27), la hierba del campo (Lc 12, 28; Mt 6, 30), las vides y los sarmientos (Jn 15), las uvas y los espinos, los higos y los cardos (Mt 7, 16), los juncos y hierbas agitados por el viento (Lc 7, 24), las nubes en el cielo (Lc 12, 54), el viento (Jn 3, 80), la gallina (Lc 13, 34). Y todas las cosas las relaciona con el Padre, con el mundo espiritual. Todo es huella de Dios. Tiene en cuenta los hechos sociales, civiles y religiosos, cotidianos. Utiliza símbolos que transportan a una realidad profunda: sal, luz, candil, perfume, polilla, carcoma, viga, perla, roca, río, viento, casa, red, tesoro, grano de mostaza, grano de trigo, cizaña, etc. Todo le servía a predicar su mensaje divino. Jesús se da cuenta de las relaciones humanas, comerciales, políticas y religiosas, que se dan en la sociedad en que vive.
(Estimadas niñas pegar esta guía de estudio en su cuaderno).



ENFOQUE  CRISTOLÓGICO
  TEMAS
-Jesús, nuestro ejemplo de vida.

 -  Las virtudes en la enseñanza de Jesús. 
-La vida moral y la vida eterna

LOGRO E INDICADORES

3. IDENTIFICAR A CRISTO COMO EL FUNDAMENTO DE LA MORAL CRISTIANA.
3.1. Identifica las actitudes del maestro que han de ser observadas  por el discípulo.
3.2. Identifica la forma como Jesús plantea y resuelve  los dilemas morales, tanto en    el método como en el contenido de su enseñanza.  
3.3. Identifica los problemas humanos de orden ético, a los cuales responde Jesús y los problemas morales que Él hace  descubrir a sus oyentes. Realiza auto y coevaluación.



 PLAN DE MEJORA

Para recuperar este periodo la estudiante debe elaborar un friso sobre los problemas morales actuales y cómo afrontarlos desde el Evangelio. Debe sustentar mediante exposición.